La lluvia, a veces tan necesitada por el campo, y tan ausente. Es una de las tantas cosas de la naturaleza que necesitamos fuertemente para la supervivencia de las cosechas. Hay gente que prefiere salir, y sentir los rayos del sol calentar su cuerpo, sentir energía; y hay quien prefiere un día lluvioso, pasar el día en casa, o incluso sentir las gotas.
Lo cierto es que, una tormenta, es algo majestuoso. Ver los rayos deslumbrar, y saber cuán lejos se encuentran con el tiempo que tardas en escuchar el estruendo. Son, para nosotros como espectadores, impredecibles. Y si quieres captar uno, tiene su dificultad.
Tal fue mi caso que, en una tormenta en Apan, Hidalgo, México me decidí a tomar mi cámara, y captar un rayo. Pasaba el tiempo y nada, anochecía, y con ello se hacía más difícil tomar mi fotografía. En algún momento, logré capturar uno. Y, aunque el ambiente ya era muy oscuro, sé cuán difícil fue para mí, y el valor que tiene para mí esta imagen, nunca lo olvidaré.
Ojalá y con esto, la próxima tormenta que veas, te detengas a ver con más detalle los rayos, las nubes, las gotas. Todo, cada instante tiene un valor. Espero te agrade la imagen, y esto que tanto me cuesta sacar de mi cabeza. Y si fue así, visita mis últimas entradas Parroquia de la Asunción y del Sagrado Corazón, Apan, Hidalgo y Campos de Apan, Hidalgo; llenos de vida.
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