¿Dónde te has ido, musa mía? mi pluma pasa horas postrada sobre el lienzo de las ideas, pero ya no ha querido escribir. Dice necesitarte, «yo ponía la tinta, tú la inspiración». Tan fácil que era para mí y ahora es una tarea inalcanzable. Ahora paso las noches en vela entendiendo el porqué de la frialdad en los pensamientos.
Quién lo diría, en mis peores momentos tuve la mayor lucidez para componer párrafos de vida en el rincón de mis convicciones. Pero hoy, hoy sigo viendo nuboso; una densa niebla que desde lo lejos me ciega no permite ver el final de mis comprensiones. Es raro, comienzo a ver que ya no puedo ver los colores del mundo; solo veo penas, aflicciones.
Es el mundo arrepintiéndose por haberme quitado mi musa, fuente de mis manifiestos pesares y júbilos. Continuaré mi camino, ese del que no veo fin; quién sabe, mi inspiración tal vez vuelva a aparecer por ahí. Entre tantas montañas recorridas, tantos senderos y caminos, los acompañamientos que han amenizado mis andanzas y los atardeceres que he observado, yo sé que entre todo estás tú; pero no sé por qué te ocultas de mí si yo jamás he vagado en la discordia.
La añorada cotidianidad
Y perdóname vida, he perdido en mis ojos la percepción de la belleza cotidiana. Voy por allí tan agobiado que no me detengo siquiera a observarte. Pero aún soy quien soy, lo siento en el corazón, mi corazón.
Te agradezco el tiempo y atención que has prestado a mi escrito de esta ocasión. Te invito a seguir leyendo algún otra reflexión o pensamiento más en este blog, y a seguirme en mi Instagram para más fotografías como esta. Un saludo querido lector.