Aquí estoy, efímera existencia. Te tomo de la mano en una tormenta de recuerdos que parecen un mal sueño. Aún me cuesta creer que soy yo quien está aquí presente, náufrago de los mares más embriagantes por los que jamás he viajado.
Varado en algún momento
Me he perdido, y está bien, he decidido no volver. Ni las puertas desean abrirse, ni los muros ansían mirarme señero; bebí hasta la última gota de valía que traía conmigo. Creo que al fin he aceptado mi fracaso y mi fin, ya padezco una pasión de ánimo crónica.
Soy un vagabundo de pensamientos, aventurero de los delirios; todavía recuerdos mis últimos momentos de goce y alegría, los lugares que frecuentaba, los platillos que disfruté. Aquella fuente donde conocí por primera vez el querer, donde el fruto maduro vi caer del árbol de la esperanza. Mas un día, el llanto inundó la fuente de pesares que arrastraron con rabia todo a su paso.
La corriente me llevó
Aún recuerdo aquél 20 de abril, ese que no olvidarás. El día que fui arrastrado por la soledad de mis pesadillas; hoy mi cuerpo está agotado en víspera de agonizar. Cierro los ojos, y esa última lágrima reflejó en mí aquella fuente, la que inició todo, la que lo ultimó. Añoro con creces volver a sentarme ahí, palpar esa frivolidad con la que veía pasar mi vida sin apuro de ser, pero el llanto me orilló a esto.
Pero así te acepto, destino mío. Ojalá en otra vida volvamos a cruzar miradas, solo eso, no más.
Espero que mi escrito de esta semana haya sido de tu agrado. Pasé un tiempo sin dejar mis pensamientos aquí, pero ya estoy de vuelta para más. Te invito a seguirme en mi Instagram donde tengo más fotografías. Un abrazo a la distancia.