Es casi mediodía, media vida. Los agobios son incesantes, el suplicio está latente. ¿Así serán mis días restantes? Sigo caminando, aunque el sendero es cada vez más estrecho. Siento todo, pero nada siente en mí.
Ahogo
Mis suspiros son eternos, y ni así respiro; me falta el aire. No hay espacio para mí en este lugar, aunque solo me encuentro yo; estrujan mi pecho, oprimen mi garganta. Apenas principia mi vida, y parece que concluye.
Asilo mi pensar en el dolor. Sosiego mi palabra, nutro mi penar. —¿Todo está bien?— musita el viento, —Nada está bien— replico.
(Des)
Expresé mi aflicción, solté mi dolor. Nadie más me asfixiaba, era yo; la tortura acababa.
Pasa de mediodía, media vida. Los momentos son incesantes, la paz está latente. ¿Por qué los días son tan placenteros? Aún camino, pues hay tantos senderos por recorrer. Siento todo, y todo siente en mí.
Digamos lo que sentimos, porque vivimos efímeros.