Salí a buscarte, era ya de noche, tal vez como haz de luz atrevías aparecerte en lo inmenso de la penumbra. ¿Cuál es tu excusa ahora? Soporté ya tus absurdas promesas y perdí la desmedida fe en la vida misma.
Pudiste dejar una carta, un mensaje. Pero aquí estoy, ensalzando mis nostalgias componiendo una oda a la tristeza. Miro el pasar de los autos, ninguno ilumina mi corazón; y lo único que deseo es que esta noche se vuelva sempiterna, porque en ella guardo mis ilusiones.
Al fondo, detrás de la presura de las luces y entre escasas flores se puede leer «Feliz viaje«. Entonces comprendí, y volví aberrante a mi vida, buscando alivio a mis añoranzas.
Seguiré mi viaje
No te preocupes, pronto amanecerá; porque lo que empieza, termina.
2 respuestas
Mientras tengamos a quién añorar es que estamos VIVOS!
Así es Ana, tú eres la experta pero yo considero que está intrínseco en nuestra condición humana.