No hay duda, a cada uno de nosotros nos llegará nuestro fin tarde o temprano; ojalá pudiésemos conocer cuán cerca estamos de morir, pero la vida no es así. Existimos vagando por este mundo, preocupándonos sin ocuparnos, amando por un motivo, soñando sin poner los pies en la tierra.
Somos seres tan tercamente apegados a los objetos, las personas; todos los días deseamos con pasión y odiamos con desdén, aún sabiendo que solo tenemos dos cosas seguras en este camino, el nacimiento y la muerte misma, el primero ya ocurrió, y el segundo vendrá sin avisar. ¿O es que te puedes llevar algo después de fallecer?
Vive, vive tu vida, no la de los demás; vive en este mundo sin sentir inquietud por el ignoto futuro y el abrumador pasado, la realidad es ahora.
¿Qué es lo que quiere tu ser?
De vez en siempre escucha a tu corazón, conócete a ti mismo, ¿cuántas cosas ansías vivir? Parte en rumbo de aquello que quieres, de lo que tú como esencia necesitas. No importa qué tan pequeña sea la acción, sino la grandeza del impacto que tendrá en ti.
Y entonces, cuando llegue la muerte, podrás voltear a ver tu vida con tanta alegría porque habrás hecho todo. Da igual, ya es el fin, y aquello que tanto te enorgulleció, que tanto te avergonzó no se irá contigo.
Estarás listo para el segundo momento más importante de tu vida, tu partir.
Agradezco tanto tu atención a este breve reflexión. Te invito a seguir leyendo en este blog, además de visitar mi Instagram donde subo más fotografías como la que te presento en este artículo. Un abrazo a la distancia.